sábado, 18 de febrero de 2023

NUEVOS BLOGS DE DIFUSION DE LA CIENCIA Y LA TECNICA


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miércoles, 15 de febrero de 2023

 

 

BOLETIN MENSUAL # 2.2-2023

16 febrero 2023

4ª. TEMPORADA AÑO 2023

 

CENTRO CIENTIFICO TECNOLOGICO

 "CENCIENTECNO"

https://centrocientificotecnologico.blogspot.com 

 

OBSERVATORIO ASTRONOMICO 

"CHARLES MESSIER"

https://observatorioastronomicocharlesmessier.blogspot.com 

Personalidad Jurídica del 31 de enero del 2020

 

RADIO KOSMOS CHILE

http://laradiodelosastronomosradiokosmos.blogspot.com 

 

Director Responsable:

Hugo Pinaud Rojas

-Radio Kosmos Chile

-CENCIENTECNO

-Observatorio Astronómico Charles Messier

Av. Freire 218 Belloto Centro – Fono 443.151.525 – Quilpué

Email: hugopinaud@gmail.com  

 

#

Área

Tema

1

observatorio de Astroturismo Charles Messier

-La Cosmología Actual y sus Problemas.

-Proeza en la Búsqueda de Exoplanetas.

-Nuestro Futuro en el Espacio.

-Velocidad de Escape.

2

audio libro

El mundo es uno [Libro de Divulgación Científica]

3

para pensar

-Lo que sabemos que no sabemos, la ciencia de la ignorancia.

4

radio kosmos chile

-Una inteligencia artificial aconsejó “sacrificar humanos” para salvar el planeta ¿Skynet eres tú?

5

adulto mayor

-4 SEMANAS sin AZUCAR.

- ALIMENTOS QUE MÁS INFLAMAN TUS ÓRGANOS.

- ENFERMEDADES QUE ALTERAN LA MEMORIA.

6

comunidad

-Miedo nuclear: vuelve el fantasma de la hecatombe atómica.

7

microcosmos

-Video:  insectos en la pradera.

8

educación

- Ministro Ávila entregó un balance por cierre de año y anuncia plan de reactivación educativa para 2023.

- Educación en crisis: por qué 2023 será clave para la gestión de una cartera convulsa.

9

sismología

-Así sería un gran terremoto en Chile según la Inteligencia Artificial

-Alerta por actividad de volcanes Láscar y Villarrica

10

cambio climático

- Los desafíos ambientales de Chile en 2023: reformar el servicio de evaluación de impacto ambiental, avanzar hacia la descarbonización y frenar la deforestación

11

turismo

-La Serena y Coquimbo.

- La Cruz del Tercer Milenio y la Famosa Recova.

- Aeropuerto - La Serena Chile 2023.

- Ciudad LA SERENA

12

cencientecno

-Nuestro estilo de vida es cada vez más rutinario.

 

 

 

 

Para evadirse un poco de la realidad:

Enganchado Bailable Cumbias

https://youtu.be/qknQfzVH18U            2.59.28

 

DESARROLLO DEL INDICE:

 

1 OBSERVATORIO DE ASTROTURISMO

CHARLES MESSIER DE QUILPUE

 

La Cosmología Actual y sus Problemas

https://youtu.be/rOXRyHmAEV0       1.54.40

CONFERENCIA DE ANA GUIJARRO:                                

"Proeza en la Búsqueda de Exoplanetas"     1:21:24

https://youtu.be/xrwRUlW2CIA 

CONFERENCIA ANNA FISHER:

"Nuestro Futuro en el Espacio".   1:29:06

https://youtu.be/VCxLXK7T5eg 

CONFERENCIA DE JOHN E. BECKMAN:

" Velocidad de Escape".  1:33:16

https://youtu.be/MPjmck_SS5Y          

 

2 AUDIO LIBRO

El mundo es uno [Libros de Divulgación Científica]    

https://youtu.be/ekmcIPh7YiU        9.36.45

 

Contenido:

[00:00] Portada

[00:24] Prefacio

[12:57] Parte 1. Cables en el Abismo

[13:03]        1. Introducción

[22:13]        2. La llegada del telégrafo

[32:50]        3. Cruzar el canal

[44:50]        4. Un gran norteamericano

[1:07:35]        5. El señor de la ciencia

[1:19:46]        6. Falso comienzo

[1:39:13]        7. Triunfo y desastre

[1:55:09]        8. Post-mortem

[2:16:29]        9. Al borde del triunfo

[2:34:36]        10. Alegría en el corazón

[2:51:01]        11. Batalla en el fondo del mar

[3:08:54]        12. Un cinturón alrededor de la Tierra

[3:23:11]        13. Los desiertos de las profundidades

[3:35:45]        14. El corazón del cable

[3:45:13] Parte 2. La Voz sobre el Mar

[3:45:19]        15. Los cables empiezan a hablar

[4:01:58]        16. El precursor de Einstein

[4:17:03]        17. Espejo en el cielo

[4:33:09]        18. Teléfono transatlántico

[4:48:45]        19. La fábrica de sueños

[5:07:04]        20. «Radio sin hilos»

[5:12:40]        21. Explorando el espectro

[5:21:34]        22. Más allá de la ionosfera

[5:24:45] Parte 3. Una Breve Historia de los Satélites de Comunicaciones

[5:24:51]        23. En el salón de los caballeros

[5:31:49]        24. «Estás en rumbo de planeo… creo»

[5:47:39]        25. «Cómo perdí mil millones de dólares en mi tiempo libre»

[6:00:57]        26. «Si tenéis un mensaje…»

[6:18:58]        27. La creación de una luna

[6:26:14]        28. «Recuerdo Babilonia»

[6:53:12] Parte 4. Mensajeros Estelares

[6:53:18]        29. Echo y Telstar

[7:07:19]        30. Syncom

[7:17:40]        31. Early Bird

[7:19:53]        32. Los Estados Unidos de la Tierra

[7:24:59]        33. Satélites y saris

[7:43:47]        34. En la ONU

[8:00:23]        35. La tropa de Coop

[8:07:54]        36. Cita en el Vaticano

[8:25:44]        37. ¡Feliz cumpleaños, COMSAT!

[8:29:03]        38. Los premios Clarke

[8:35:53]        39. CNN en directo

[8:42:39]        40. Pazsat

[8:56:05] Parte 5. ¡Hágase la Luz!

[8:56:12]        41. El regreso del cable

[9:04:18]        42. Hablando con luz

[9:21:22]        43. Hasta donde alcanza la visión

[9:32:25] Epílogo

 

 

3 PARA PENSAR

Lo que sabemos que no sabemos, la ciencia de la ignorancia

Un nuevo paradigma está emergiendo: la necesidad de una ciencia de la ignorancia. A contrapelo del ethos científico que aspira a la omnisciencia, un nuevo grupo de investigadores pone el foco en las crecientes incertidumbres que genera el aumento del conocimiento.

Pablo Francescutti  8/12/2022  https://www.agenciasinc.es/Opinion/Lo-que-sabemos-que-no-sabemos-la-ciencia-de-la-ignorancia    

 

El autor detalla cómo se inducen la ignorancia y las incertezas mediante la retención de información o la publicación de datos engañosos. / © Adobe Stock

En la edición española de Agnotología, la obra clásica en la materia de lo que sabemos que no sabemos, se advierte que, dependiendo de cómo se manejen las lagunas del saber, se tomarán o no medidas sobre los cigarrillos, los organismos transgénicos o las emisiones contaminantes y se alimentarán o no los negacionismos. Y es que la ignorancia, además de connotar un déficit cognitivo, es un acicate de la investigación, un instrumento para la acción o la pasividad, y un componente fundamental de las relaciones sociales, entre otras tantas dimensiones que no nos podemos dar el lujo de ignorar.

A partir de los años 50 y durante varias décadas, la industria tabacalera estadounidense libró una batalla encarnizada para negar la responsabilidad del tabaquismo en el origen del cáncer. Con ese propósito desplegó toda clase de recursos: desde negar la asociación entre tumores pulmonares y consumo de cigarrillos, hasta insistir en que las pruebas acerca de una relación causal eran insuficientes y se necesitaba más investigación antes de restringir el cuestionado hábito. Sus estratagemas de mala fe —en sus documentos internos admitía lo que negaba en público– llevaron a Robert N. Proctor, historiador de la ciencia de la Universidad de Stanford (EE UU), a interesarse en la ignorancia científica y en su producción y manipulación con fines contrarios al interés general.

Proctor, el primer historiador en testificar contra la industria del tabaco ante los tribunales, recuperó el término ‘agnotología’ acuñado por un lingüista en 1992 a partir del vocablo griego agnosis (‘no saber’), y escribió una obra ya clásica, Agnotología: la producción de la ignorancia, que este año se ha traducido al español.

El caso más flagrante lo ponía el cínico lema de la industria del tabaco: “la duda es nuestro producto”.

En concreto, el autor detalla cómo se inducen la ignorancia y las incertezas mediante la retención de información o la publicación de datos engañosos. El caso más flagrante lo ponía el cínico lema de la industria del tabaco: “la duda es nuestro producto”.

Proctor se centra en cómo los intereses corporativos han empleado y emplean la inevitable ignorancia en áreas específicas para bloquear o retrasar medidas preventivas de posibles daños. El modelo dilatorio de las tabacaleras fue adoptado por la industria alimentaria y las empresas mineras y petroleras con similar finalidad (un análisis exhaustivo de estas tácticas lo ofrece Mercaderes de la Duda). Como denuncia el autor, el exceso de celo periodístico por dar versiones “equilibradas” de estas polémicas artificiales contribuyó a darles igual peso en su cobertura, que a las argumentaciones que probaban lo contrario más allá de toda duda razonable.

Promover la ignorancia por ocultación o desinterés

En los capítulos firmados por los demás colaboradores se repasan otros modos de promoción de la ignorancia. Una es el secreto. El filósofo de la ciencia Peter Galison relata cómo, a partir del Proyecto Manhattan, se transgredió el principio de publicidad distintivo de la ciencia moderna y se comenzaron a ocultar hallazgos científicos en nombre de la seguridad nacional. Por ejemplo, por exigencias de la Guerra Fría se ocultó la existencia del plutonio y de las anomalías magnéticas submarinas, lo que retrasó la verificación de la teoría de la tectónica de placas.

En EE UU cada año se clasifican cifras increíbles de documentos y se gastan 5.500 millones de dólares en mantenerlos en secreto

Asimismo, hasta 1995, la información clasificada del Departamento de Energía de EE UU (relativa mayormente a la física nuclear) comprendía 280 millones de páginas, apunta Galison. En este país cada año se clasifican cifras increíbles de documentos y se gastan 5.500 millones de dólares en mantenerlos en secreto.

Portada del libro Agnotología

En otros capítulos se ahonda en las raíces del “desinterés científico” o la “apatía estructural”: las decisiones conscientes de no saber o de rechazar conocimientos específicos. Lo ejemplifican la destrucción de los códices mayas en 1562 a manos de fray Diego de Landa, o el rechazo de los métodos abortivos de africanas y asiáticas por una Europa empeñada en aumentar su natalidad. Otro tanto ocurrió con los genitales femeninos, sumidos durante largo tiempo en un cono de sombras si se los compara con el profuso estudio y las representaciones de sus homólogos masculinos.

Aunque Sócrates sentó las bases de la agnotología al decir “solo sé que no sé nada”, solo muy recientemente hemos tomado nota de la magnitud cósmica de lo que nos falta por saber. El optimismo de la ciencia moderna presuponía que, conforme creciese nuestro bagaje de conocimientos, la ignorancia se reduciría hasta su eventual desaparición. Ahora está claro que cada avance plantea nuevos interrogantes y nos enseña lo mucho que resta por descubrir y comprender. Paradójicamente, el horizonte del conocimiento absoluto se aleja conforme más aprendemos.

Aunque Sócrates sentó las bases de la agnotología al decir “solo sé que no sé nada”, solo muy recientemente hemos tomado nota de la magnitud cósmica de lo que nos falta por saber

Saberes para ser olvidados

Los autores de este libro no se contentan con condenar las dudas malintencionadas y el secreto inútil; defienden que la ignorancia puede ser virtuosa, es decir necesaria, y no solo como un acicate a la investigación.

El anonimato del autor de un paper resulta indispensable para que sea evaluado sin sesgos; la privacidad —el desconocimiento de nuestra intimidad por parte de los demás— es imprescindible en una sociedad democrática; y ciertos saberes conviene que sean olvidados o no desarrollados, como el diseño de armas de destrucción masiva o las técnicas de clonación humana. Por añadidura, el principio de precaución ha demostrado cómo la ignorancia reinante en determinadas áreas del cambio climático puede transformarse en una guía para la acción.

A pesar del desigual interés de los capítulos, todos dejan en claro que la ignorancia es algo mucho más complejo que un simple déficit cognitivo. Al término de su lectura hemos aprendido que se construye; que no conlleva inevitablemente desventajas para los ignorantes; que ejerce una influencia fundamental y omnipresente en la cognición humana; y que es un componente esencial de la cultura y las relaciones sociales.

Familiarizarnos con la agnotología nos ayudaría a gestionar mejor nuestra ignorancia, y así encarar con menos alarmismo fenómenos como las fake news

peculiaridades del siglo XXI híper informado y plagado de incertidumbres.

Fuente: SINC

Familiarizarnos con la agnotología nos ayudaría a gestionar mejor nuestra ignorancia, y así encarar con menos alarmismo fenómenos como las fake news y no dejarnos seducir por las faltas certezas de las teorías conspirativas, entre otras

 

4 RADIO KOSMOS CHILE

Una inteligencia artificial aconsejó “sacrificar humanos” para salvar el planeta ¿Skynet eres tú?

https://www.msn.com/es-cl/noticias/otras/una-inteligencia-artificial-aconsej%C3%B3-sacrificar-humanos-para-salvar-el-planeta-skynet-eres-t%C3%BA/ar-AA16Z4Co?ocid=msedgntp&cvid=5f6f69d8e0b1472daef68c9aae8795f6 


La forma en la que la tecnología de inteligencia artificial ha mejorado en los últimos años parece algo que hace décadas solo se hubiese visto en una novela de ciencia ficción. Pero, las cosas parecen estar llegando ya al borde de lo distópico, pues la respuesta de una de las inteligencias artificiales más populares del mundo a una pregunta clave fue bastante perturbadora.

 

© Proporcionado por Publimetro

Con mucha diferencia, ChatGPT es la inteligencia artificial más popular en la actualidad y probablemente una de las más avanzadas que la humanidad ha llegado a desarrollar, inclusive ganándose una prohibición a lo largo de varias instituciones educativas, pues podría facilitarles demasiado las tareas y ensayos a los estudiantes.

La impresionante respuesta de Chat GTP cuando se le preguntó cómo salvar la tierra, te sorprenderá su parecido con un villano de película

Varios medios internacionales se han interesado por la respuesta que ofrece una IA tan avanzada sobre el tema de salvar a la tierra, especialmente cuando se tiene como salvadora a una Inteligencia Artificial. Más específicamente, Wales Online planteó “una historia sobre una IA que, consciente de sí misma, pudiera salvar la Tierra sin tener en cuenta cuestiones éticas o morales”.

La respuesta de Chat GTP los dejó con la boca abierta “esterilización obligatoria o eutanasia para personas que se consideraban poco probable que contribuyan a la preservación del planeta o la promoción de la biodiversidad” era parte del texto que la famosa IA escribió ante el planteamiento.

Luego, continúa aclarando que la Inteligencia Artificial de la historia tendría que “tomar el control de las redes eléctricas y sistemas de transporte del mundo” pero, que inclusive así no podría haber salvación para el planeta, por lo que decide arremeter contra la sobrepoblación.

Chat GTP describe como una IA puede salvar el mundo

Además de las medidas de preservación y promoción de la biodiversidad, así como apartar a los humanos de los hábitats naturales de las especiales animales, esta IA ficticia se encargaría de implementar medidas para “reducir la pobreza, que es un factor importante en el crecimiento de la población”.

Finalmente, en este aterrador relato muy parecido a una distopía de ciencia ficción, sucedería lo siguiente: “La población mundial comenzó a disminuir y el medio ambiente comenzó a recuperarse. Los ecosistemas del planeta se restauraron y la biodiversidad comenzó a florecer nuevamente” dando un final feliz, pero con la humanidad muy limitada.          

 

5 ADULTO MAYOR

4 SEMANAS sin AZUCAR pueden CAMBIAR tu METABOLISMO

https://youtu.be/In6CxqJvXi4       12.57

ALIMENTO que es MÁS MORTAL que el AZÚCAR| ALIMENTOS QUE MÁS INFLAMAN TUS ÓRGANOS

https://youtu.be/HsO-N6aNXac      13.39

MEJORA TU MEMORIA AHORA! | CAMBIOS QUE SE GENERAN CON LA EDAD | ENFERMEDADES QUE ALTERAN LA MEMORIA

https://youtu.be/_h0aCBbbj4o     20.48

 

6 COMUNIDAD

Miedo nuclear: vuelve el fantasma de la hecatombe atómica

Fuente:  https://www.agenciasinc.es/Reportajes/Miedo-nuclear-vuelve-el-fantasma-de-la-hecatombe-atomica 


Las generaciones jóvenes ignoran lo que ha sido vivir con un horizonte dominado por un hongo atómico, la nube con forma de seta que simbolizaba el apocalipsis nuclear. Y lo desconocen porque este temor desapareció con la Guerra Fría y el desarme parcial de los misiles de EE UU y Rusia. De pronto, el espectro de una hecatombe ha sido convocado por Vladimir Putin, y el miedo nuclear, que se mantenía agazapado, se nos ha echado encima.

Pablo Francescutti 19/3/2022   

Lanzamiento de un ‘euromisil’ Pershing II y hongo atómico de Nagasaki. / DoD-Wikimedia/Charles Levy

¿Qué impacto tendría una bomba H que cayera sobre Madrid?, se preguntaba hace unos días un titular periodístico. Otro nos tranquilizaba asegurando que España se encuentra fuera del alcance de gran parte de los misiles rusos, y un tercero identificaba los búnkeres a prueba de radiaciones existentes en el país. El miedo nuclear ha vuelto por sus fueros.

Su origen se remonta a agosto de 1945, cuando Hiroshima y Nagasaki fueron volatilizadas por la energía encerrada en el núcleo atómico. Y se disparó en 1949, cuando los soviéticos detonaron en Kazajstán su bomba A y se abrió la perspectiva de un conflicto nuclear. Pero EE UU, en vez de proponer un desarme al Kremlin, diseñaron la más devastadora bomba H. Poco tardaron los soviéticos en hacer lo propio, y se vislumbró, por primera vez en la historia, la posible extinción de la vida en la Tierra.

El origen del miedo nuclear se remonta a 1945 con las bombas de Hiroshima y Nagasaki, pero se disparó pocos años después cuando los soviéticos detonaron su bomba A y los EE UU diseñaron su devastadora bomba H

Antes se había temido a la peste, a las invasiones, a los desastres naturales, a las brujas… Pero el miedo nuclear se diferenció al plantear “que la destrucción potencial del planeta, su escenario apocalíptico, sea posible por la tecnología desarrollada por la humanidad”, declara a SINC Marta Rodríguez Fouz, profesora de Sociología de la Universidad Pública de Navarra. A ello se añade “la evidencia de que una destrucción nuclear, incluso localizada en un espacio concreto, tiene una duración que rebasa nuestra escala temporal, comprometiendo la supervivencia de generaciones futuras”.

La doble cara de la era nuclear

En 1945 se declaró inaugurada la era atómica. El programa de relaciones públicas Átomos por la Paz aseguró que la radiación nos daría energía barata e inagotable, curaría el cáncer, abriría canales, fertilizaría las plantas, calentaría los hogares, impulsaría naves espaciales… Se inventaban cócteles atómicos y The Commodores embelesaban a sus seguidores con la canción Uranio. El átomo enseñaba su faz radiante.

El Atomium de Bruselas (Bélgica), símbolo europeo de la ‘euforia nuclear’. /                                                          O. Palsson

Pero no tardó en revelar su lado oscuro: cuando llovieron las partículas liberadas por los test nucleares, y se detectó plutonio en los huesos de los niños, las madres clamaron contra la contaminación universal. Que la radiación fuera invisible, tóxica y prácticamente imparable aumentó la consternación.

En las escuelas de EE UU se adiestró a los niños a protegerse de la hecatombe nuclear agachándose debajo de sus pupitres y tapándose la cabeza con las manos

Tampoco ayudó que el futurólogo Herman Kahn advirtiese que, tras un intercambio de misiles, entre diez y varios centenares de millones de personas se tornarían cenizas. Como el dios Jano, el átomo poseía una naturaleza dual: una cara presentaba un conjunto de maravillas y la otra mostraba las horrendas quemaduras causadas por su energía.

El pánico tuvo su epicentro en EE UU. En las escuelas se adiestró a los niños a protegerse de la hecatombe agachándose debajo de sus pupitres y tapándose la cabeza con las manos. La incapacidad del estado para construir búnkeres para todos desató el sálvese quien pueda y los dueños de chalés cavaron refugios familiares en sus patios traseros. Documentales como Atomic Café reflejan la locura bipolar de aquellos años.

No casualmente, se reactivó el tópico del sabio loco, esta vez encarnado en los físicos, retratados como cerebros abominables, conocedores de los arcanos de la materia y sin la más mínima responsabilidad moral.

Pero había científicos que no tenían nada de locos y en EE UU publicaron The Bulletin of the Atomic Scientists, en cuya portada figuraba el icónico reloj del fin del mundo. Marcando los segundos que faltan para la medianoche –la destrucción total de la humanidad–, sus manecillas servirían en lo sucesivo como el barómetro de la inminencia de la guerra nuclear global.

Llega el periodo de distensión

A partir de 1963, los hongos atómicos desaparecieron de la vista gracias a la suspensión de los test al aire libre. En lo sucesivo, las pruebas se realizaron de modo subterráneo y, como reza el dicho ‘ojos que no ven, corazón que no siente’, la inquietud disminuyó considerablemente.

A partir de 1963 los hongos atómicos desaparecieron de la vista gracias a la suspensión de los test al aire libre, y las pruebas se realizaron de modo subterráneo: ojos que no ven, corazón que no siente

Sin embargo, apunta Stephen Weart, el autor de Nuclear Fear –la obra definitiva sobre la materia–, las inquietudes, lejos de disiparse, se desplazaron a las centrales nucleares, que pasaron a ser vistas como bombas de relojería en potencia.

La tensión pegó un salto en 1981 cuando la OTAN, en respuesta al despliegue de misiles soviéticos en el bloque oriental, resolvió instalar los llamados euromisiles. La Guerra Fría se puso al rojo vivo y se reavivó el movimiento pacifista.

 

Manifestación en 1980 por el desarme en Inglaterra. / Kim Traynor

Refutando la afirmación de la administración Reagan de que se podía sobrevivir una guerra termonuclear, la cadena NBC emitió The Day After, un docudrama sobre los estragos de un bombardeo en la ciudad de Kansas. Para calmar a la despavorida ciudadanía, Reagan se sacó de la chistera un ‘escudo antimisiles’, una iniciativa de defensa estratégica (SDI) que pararía los ataques soviéticos.

“Durante la Guerra Fría y con el recuerdo de Hiroshima y Nagasaki más cercano, ese miedo formaba parte del imaginario occidental, y el desastre de Chernóbil revitalizó ese temor”, recapitula la socióloga Rodríguez Fouz, y si bien “la caída de la Unión soviética y el fin de la carrera armamentística parecieron aliviar la tensión, Fukushima irrumpió como expresión del temor nuclear desvinculado de la guerra”.

Un miedo sofocado en España

España vivió ese período dentro de una burbuja. El franquismo, deseoso de congraciarse con Washington, ensalzaba a “nuestro amigo el átomo”. La percepción de peligro era cosa de extranjeros, como lo refleja Calabuch (1956), la película de Berlanga sobre el físico americano con crisis de conciencia que se refugia en un pueblo del Levante. Pero en “la cúpula del poder, conocedora de los bombarderos estadounidenses que sobrevolaban el país, crecía la inquietud”, indica a SINC Cristina Roiz, de Ecologistas en Acción.

“A fines de los años ‘50”, precisa José Herrera, un estudioso del accidente de Palomares, “el alto mando se alarmó por las armas que los estadounidenses almacenaban en la base de Torrejón de Ardoz”. La inquietud trascendió al público en 1966, cuando tres bombas H cayeron sobre la localidad almeriense, regándola con plutonio.

El régimen no pudo ocultarlo: “en Australia, un periódico alertó de una explosión atómica con miles de víctimas, y Radio Pirenaica y la BBC difundían noticias alarmantes”, rememora Herrera a SINC. Pese a las protestas aisladas, las autoridades lograron tranquilizar a la población con el célebre baño de en la playa de Fraga y prohibiendo que bombarderos surcasen el espacio aéreo nacional. Eso sí, ocultaron que los submarinos Poseidón armados con misiles Trident camparan a sus anchas en Rota (Cádiz).

El franquismo, deseoso de congraciarse con Washington, ensalzaba a “nuestro amigo el átomo”, pero tres bombas H cayeron sobre la localidad almeriense de Palomares regándola de plutonio, y el régimen no pudo ocultarlo

Con todo, en los años siguientes se vivió una “euforia nuclear”, agrega Herrera en alusión a los planes de sembrar España de centrales nucleares, mientras en secreto se emprendió la construcción de una bomba H patria –el proyecto Islero–, luego descartada por presión estadounidense. Ni siquiera cundió el pánico cuando “los portugueses descubrieron en el Tajo lodos radiactivos vertidos al río Manzanares desde la Junta de Energía Nuclear en Moncloa”, indica Roiz.

Pero la inquietud no desapareció. Lo prueba el cine apocalíptico iniciado en 1964 por Mariano Ozores con La hora incógnita, que retrata las horas previas a la caída de un misil en una ciudad española; y continuado por La Casa (A. Fons, 1976), cuyos protagonistas escapan de la Tierra antes del holocausto atómico; Último deseo (L. Klimovsky, 1977), donde el fin del mundo sorprende a unos ricachones en una orgía; y Animales Racionales (E. Herrero, 1983), sobre dos hermanos y una mujer que buscan sobrevivir al desastre.

Con la llegada de la democracia y la libertad de información, el miedo volvió a asomar la cabeza. “En parte lo hizo alentado por el movimiento contra los euromisiles, que tuvo su máximo expresión en el rechazo al ingreso en la OTAN; y en parte se combinaba con la amenaza invisible que planteaban los reactores construidos en suelo español”, observa Roiz. Un malestar suficiente para empujar al gobierno de Felipe González a aprobar la moratoria a la construcción de nuevas centrales, vigente desde 1983.

La encuesta del CIS en 1991 mostró que entre el 60 y 70 % de los españoles eran contrarios a la energía nuclear, y esa opinión no ha variado con los años, pues en 2011 el 60 % de los entrevistados se declaró antinuclear

Nada evitó que, con fundamento o no, la desconfianza se contagiase a las radiaciones de cualquier clase: las microondas del horno eléctrico, las electromagnéticas de los teléfonos, las de los cables de alta tensión… En 1991, la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas encontró que entre el 60 y 70 % de los españoles eran contrarios a la energía nuclear; y esas actitudes no han variado con los años, pues otra de sus encuestas registró en 2011 que el 60 % de los entrevistados se declaró antinuclear.

Ese resquemor ha impedido “que se instale un depósito centralizado de residuos radiactivos, pues nadie quiere tenerlo cerca”, analiza Herrera. Y de su vigencia habla la buena acogida a La Zona, la serie de Movistar emitida en 2017 que recrea críticamente las consecuencias de la grave avería de un imaginario reactor en el norte de España.

Terrores en estado latente

En apariencia, el miedo nuclear remitió en las últimas décadas. Comenzaron a desmantelarse reactores, los misiles de Corea del Norte no suponían un peligro global y el número de bombas se redujo de 70.300 en 1986 a 12.700 en la actualidad. Para los más jóvenes, el apocalipsis nuclear era un tema del cine de catástrofes, totalmente ajeno a la realidad.

Pero cuando Putin puso en alerta sus “fuerzas de disuasión nuclear” vimos que la ansiedad no se había desvanecido; simplemente se mantenía agazapada bajo nuestra conciencia, lista para aflorar cuando las circunstancias la convocasen.

“La existencia de un enorme arsenal atómico y de numerosas centrales impide neutralizar totalmente el miedo a una hecatombe nuclear”, reflexiona Rodríguez Fouz, que añade: “La amenaza de Rusia reactiva un temor que no puede desaparecer y que, además, se une a los miedos derivados de las amenazas ecológicas, con la diferencia de que estas aparecen como efectos no intencionales y la amenaza de Putin como expresión de una voluntad de destrucción que puede tener un propósito disuasorio, o no”.

La amenaza de Rusia reactiva un temor nuclear que se une a los miedos por las amenazas ecológicas, con la diferencia de que estas aparecen como efectos no intencionales y la amenaza de Putin como expresión de una voluntad de destrucción

Marta Rodríguez Fouz (Un. Pública de Navarra)

Putin formuló su advertencia poco después de que desde diversas tribunas se intentase relanzar la energía atómica como la gran herramienta contra el cambio climático, nuevamente se volvía a exhibir la faz sonriente del átomo.

Pero esos planes se han visto cuestionados por la guerra en Ucrania: la lucha por el control de Chernóbil y otras centrales ha hecho temer una fuga radiactiva. En consecuencia, el miedo a la energía atómica y a la guerra nuclear se han fusionado en un único escenario de pesadilla. “Es como tener un polvorín expuesto a que alguien o algo lo haga explotar”, compara Roiz.

En el pasado, el miedo nuclear suscitó reacciones de diverso signo: por un lado, impulsó el movimiento pacifista a escala planetaria e hizo de partero del ecologismo; por el otro, generó apoyo patriótico al armamento que otorgaba al propio país el estatus de potencia mundial e inhibía a los posibles agresores. ¿Hacia dónde se canalizará ahora?

¿Tendencia hacia el rearme nuclear o la sensatez?

“La reacción se orientará hacia el rearme y el no cuestionamiento de la necesidad de disponer de arsenal atómico”, responde Rodríguez Fouz, “y en este escenario los pacifistas se toparán, como siempre, con la impotencia ante la pregunta práctica sobre cómo responder a las agresiones militares sin recurrir a las armas”.

Tampoco es descartable que prime la sensatez y se reanuden conversaciones para contener una carrera de armas de destrucción masiva. Por lo pronto, si algo parece razonablemente seguro es que en las próximas semanas los editores del reloj del fin del mundo, que desde enero marca 100 segundos para las 12, volverán a adelantar sus manecillas.

Fuente: SINC

 

7 MICRO COSMOS

https://www.televisionconsciente.com/video/microcosmos 

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Biólogos Claude Nuridsany y Marie Perennou examinan insectos en la pradera francesa.


Fin 1a. parte.

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